Llegó el viernes, bastante fresquito por cierto (es lo que corresponde, si no, en noviembre vamos a estar con pulóver). A contramano de lo que correspondería -que sería hablar de un tinto- voy a hablar de un blanco. Sí, este año me he volcado mucho a los blanquitos. Pero no a cualquier blanco. Esta vez la elección de la degustación personal/familiar recayó en un vino de la Bodega Lurton, la francesa que produce en el Valle de Uco, Mendoza, Argentina. Y en un varietal de una cepa no muy popular en estas tierras como es el pinot gris o pinot grigio.
Este pinot, que suele ser muy popular en tierras europeas, ha sabido honrar sus orígenes. Es un blanco delicado, ideal para introducir en el mundo del vino a aquellos que lo miran de reojo o que siempre ponen sobre la mesa que son cerveceros y que nada les va a hacer cambiar su gusto por la malta y la espumita.
En principio, este pinot es atractivo por su color, brillante, pese a que el amarillo que lo caracteriza es más bien pálido. A la nariz se advierte floral y frutal, con una acidez justa, para nada agresiva. Diría que se acerca más a un torrontés que a un chardonnay (pero, insisto, esto es absolutamente personal y nada profesional).
Tuve la suerte de que este pinot gris acompañara un plato de lujo: un salmón blanco con salsa chablis y camarones (es que me sacaron a pasear y el paseíto fue a lo grande), pero va también muy bien con unas buenas pastas (con tinta negra, por ejemplo), otras carnes blancas y guarniciones de verduras varias. También está bárbaro para tomarlo solito y ponerse creativo/a.
La graduación alcohólica es de 13%, así que hay que tomarlo con cuidado. Porque uno no se da cuenta, pero el alcohol está presente. Es un vino accesible desde el precio, por cuanto ronda los $20. No es para todos los días, pero sí para un fin de semana, para llevar a la casa de un amigo o recibir invitados en casa. En cualquier caso siempre vas a quedar bien.
Como siempre, recordá que si tomaste, no manejes, que lo haga otro que no haya tomado. Si no, pedí un remise o un taxi, o quedate el tiempo necesario en el lugar en que te encuentres hasta que hayan pasado los efectos del alcohol. Recordá que lo divertido del vino es disfrutarlo, pero para que eso pase hay que aprender a disfrutar de la vida. Que una cosa no te impida la otra
Brindemos y tomémosnos un vino argentino
Publicado por Andrea Catalano
Andrea
a la/s
18.7.08
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