La industria del software a nivel internacional está cada vez más preocupada por el tema de la piratería. Hace unos días la filial local de la Business Software Alliance (BSA) volvió a recomendar que en la Argentina el nivel de piratería de software llega al 75%, según lo evaluado por la consultora IDC. Y que ese comportamiento provó que la economía perdiera más de u$s300 millones por delitos asociados a la violación de los derechos de autor o propiedad intelectual.
No se trata de estar a favor de la piratería ni mucho menos. Aquellos que crean, que inventan, que producen cosas nuevas deben tener su justa retribución económica por ello. Pero es inevitable que siempre aparezcan preguntas como: ¿y si el software fuera más barato habría el mismo nivel de piratería? ¿y si no estuviésemos los consumidores presos de las estrategias comerciales esos porcentajes serían menores?
Hace unos días leía Tecnozona y Ricardo Goldberger deslizaba que era inevitable caer en prácticas ilegales de copia de software cuando, por ejemplo, Microsoft decide ponerle una fecha de defunción a la venta de Windows XP y su soporte técnico, cuando hoy es el sistema operativo que mejor anda (no voy a redundar en las críticas a Vista ya conocidas por el grueso del público). Y la verdad es que es posible que sucedan cosas así cuando comercialmente te imponen usar una plataforma. No me vengan con que existe la opción de Linux y las plataformas abiertas porque, la verdad es que al usuario final que no tiene conocimientos técnicos profundos, poco le interesa aprender sobre las alternativas: quiere tenerlas a mano, entenderlas y elegirlas. Pero no es eso lo que hoy pasa con los entornos abiertos para los usuarios finales (al menos hasta que a Google o a otro innovador del estilo se le ocurra diseñar algo al respecto)
Entonces, sí, es cierto que hay pérdidas de facturación a nivel privado y público porque no se compran copias legales de software, de música, de video, etcétera, etcétera. Pero también es cierto que la industria está bastante acostumbrada a cuidar su quintita (el ejemplo de las discográficas vale más que mil palabras) y que en ese esfuerzo dejan de lado la posibilidad de repensar otras estrategias (de precios, distribución, desarrollo y demás) que desalienten la piratería e impulsen al público a elegir entre más opciones legales.
Sí. Estamos encerrados en un círculo. De un lado la industria quejándose de que la gente es trucha porque compra copias ilegales. Del otro, los usuarios que o no tienen conciencia cierta de lo que eso representa o, sencillamente, no pueden afrontar el pago de un sistema operativo legal que cuesta la tercera parte de una computadora. El maldito círculo vicioso de la piratería, la cultura y los precios del software.
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