La era de la recomendación

La era de la información no está dando un subtítulo que cobra cada vez más envergadura, el de “la era de la recomendación”. Sucede que con el advenimiento de la internet 2.0, cada vez más participativa, cobra cada vez más relevancia la opinión que, de los distintos productos y servicios nos servimos todos los días, nos hacemos nosotros como usuarios comunes y corrientes.
Es un punto coincidente de varios referentes de la industria que creen que la palabra de los usuarios, ya sea para destacar algo o para criticar con dureza otra cosa, tomará tanta fuerza que serán los líderes de opinión natos de la nueva era.
Para Alejandro Adamowicz, gerente general de Terra Argentina, una parte de los modelos de negocio exitosos en internet depende de las recomendaciones. “Recomendaciones de todo tipo. Lo que dice la gente pesa y en el futuro habrán cada vez más cosas vinculadas con la reputación”, aseguró a Generación A. Recordó el ejemplo de MercadoLibre.com, donde los compradores y vendedores deben calificarse mutuamente y van ganando puntaje ¨(y por ende sumando nuevas ventas) gracias a la reputación que van obteniendo.
Otro ejemplo de esta tendencia lo muestra la GuíaOleo.com.ar, una guía de restaurantes de Buenos Aires que hace un tiempo incluyó un área de vinos. Aquí surge lo interesante: en cada restaurante o vino al que se hace referencia se invita a los usuarios a dejar su voto y sus comentarios y, a partir de esta actividad, se va armando el puntaje de los productos y servicios. Para Dolores Lavaque, directora de la consultora STG, especializada en la industria vitivinícola, iniciativas como ésta son definitivas a la hora de elegir un vino porque “como no hay acá en el país un referente como Robert Parker (uno de los especialistas del mercado de vinos más importante del mundo) que marca tendencia, de modo que cobran mucha relevancia los blogs y los comentarios que se dejan en internet. El consumidor se guía por el boca a boca de gente que le parece confiable”.
Es la “democratización de la comunicación”, según definió Rodrigo Teijeiro, CEO de Sonico.com, una de las redes sociales más importantes de América latina creada en la Argentina. “Hoy los usuarios generan el contenido. Y los blogs, por ejemplo, permiten la democratización de la comunicación”, insistió.
Estas redes sociales que arrancaron para conectarse con los amigos o conocidos, hoy se proponen fronteras más lejanas. Y este capital que se va ganando un producto o servicio por la opinión de los usuarios es lo que permite a la empresa productora hacer mejores negocios. “Inicialmente las redes sociales apuntaban a visualizar el capital social de la gente, era una manera de mostrar cuántos amigos que tengo, y lograr que alguien refiera a otra persona. Pero si bien esas aplicaciones son útiles a veces es difícil que les sean útiles a todo el mundo. Tal vez a un vendedor le sirva un referido pero a una persona que tenga otra actividad, no”, advirtió Guilbert Englebienne, CTO de Globant, una de las empresas de servicios informáticos de exportación más importante de la Argentina, que se expone como caso testigo a nivel internacional para atraer nuevas inversiones del sector al país.
Para el ejecutivo, lo que se busca ahora es que estas redes sociales basadas en la confianza extiendan la conectividad de las personas más allá de lo que lograban hasta ahora. “Las redes sociales nos conectan de distinta manera, pero el vínculo entre las personas permite desarrollar aplicaciones de negocios orientadas a la innovación. El objetivo es que hayan más motivaciones para estar presente en una red social. Hay mucha red social de uso profesional, o por amistad, y ambas pueden servir también para otras cosas”, agregó Englebienne.
Es la razón por la cual hoy arranca el Open Social Week, una semana orientada a alentar a los desarrolladores a que creen un estándar único para que todas las redes sociales que pululan por el mundo puedan interconectarse y, así, incrementar su potencialidad. En definitiva, que el poder de opinión de los usuarios obligue a las empresas a mejorar sus productos, sus servicios, su atención. Casi el mundo ideal. El tiempo dirá si esta utopía de la era de la información se cumplió o en qué parte del camino quedó.