Apelan a la conciencia para usar celulares y, ahora, también notebooks

El creciente uso de dispositivos tecnológicos de distinto tipo, teléfonos móviles, MP3, computadoras portátiles y demás chiches computacionales está obligando a tener o definir nuevas formas de protocolo o, mejor, otras manera de comportarse frente a los demás cuando se está “vestido” con tanto hardware, bites y bytes.

Los primeros en ponerse a trabajar en este tema fueron los operadores de telefonía móvil. A medida que se extendió el uso de los celulares hubo que comenzar a definir ciertos límites: apagarlo cuando se está en el cine o en el teatro, no hablar mientras se conduce, ponerlo en vibrador cuando se está en una reunión y demás cuestiones. Ahora el tema se amplía y son las computadoras portátiles las que comienzan a incluirse en el mundo de las restricciones cuando de reuniones laborales se trata.

Escena uno. Reunión de trabajo para definir una próxima campaña. Se está cerca de fin de mes y los involucrados asisten al encuentro con sus notebooks. La reunión transcurre y, lejos de estar con la cabeza metidos 100% en la futura estrategia a definir, los participantes están recibiendo emails, contestando preguntas que vienen por el sistema de mensajería, terminando de elaborar informes y unas cuantas otras cosas más. Y si a alguna persona le tocó actuar como orador, seguramente le prestaron bastante poca atención. El resultado: esa reunión no logró aprovecharse en un ciento por ciento.

En virtud de esta situación, en el corazón del Silicon Valley, donde el uso de las computadoras y las redes forma parte de su existencia, están impulsando una iniciativa para “desconectar” las portátiles durante las reuniones de trabajo. Así lo comentó Hugo Alconada Mon, corresponsal del diario La Nación en los Estados Unidos, quien sostuvo que la nueva tendencia lleva el nombre de “topless” y no consiste precisamente en que las señoritas ingresen sin corpiño para motivar a los empleados sino en que se participe de las reuniones libres de laptops, teléfonos inteligentes, y demás artilugios techie. Creen que es la manera de que las reuniones sean realmente productivas.

Y la escena que muestra a una persona que está con su portátil en una reunión que no mira ni le presta suficiente atención a su orador, se repite con el uso de los teléfonos móviles.

Escena dos. Cuántas veces hemos visto a dos personas sentadas en un bar, donde una recibe una llamada que, lejos de ser importante, es atendida y así transcurren los minutos del encuentro entre esos dos humanos, en el que uno habla con un tercero ubicado en otra parte de la geografía, y el segundo mira por la ventana esperando que termine para, tal vez, preguntarle cómo anda su vida.

Fue Personal, la empresa del Grupo Telecom, la que arrancó el año pasado con su campaña Conciencia Celular. La iniciativa no se redujo a los ámbitos laborales sino que, por el contrario, se extendió a los educativos, familiares y de relación con los demás. Tal vez una de las imágenes más fuerte fue la de un muñeco viviente divirtiendo a un grupo de chicos en la plaza que, al recibir una llamada, no duda en quitarse la máscara, dejar de actuar y dejar boquiabierto a su público.

La compañía ahora lanzó una segunda etapa de esta iniciativa, basada en una encuesta que se hizo a usuarios de telefonía móvil quienes, además de considerar al servicio como “imprescindible”, señalaron que algunos hábitos de uso deberían modificarse. De hecho, el 77% sostuvo que hay situaciones en las que no debería utilizarse el teléfono móvil, por ejemplo, cuando se maneja o cuando se está en el colegio o en la universidad.

En cifras, el informe indicó que más del 41% de los consultados dijo que es inadecuado usar el celular cuando se conduce, el 39% agregó que también lo es cuando se está en una institución educativa, mientras que para un 23% está mal cuando se está en el cine o en el teatro y para otro 16% cuando se participa de reuniones.

Evidentemente tenemos que aprender educación o ser reeducados en cómo usar los dispositivos tecnológicos que son tan comunes en nuestras vidas como el reloj pulsera. La única diferencia con éste último es que el único ruidito posible de escuchar era, y es, el de la hora en punto que, al revés de los móviles y las portátiles y lejos de molestar, muchas veces sirve para cortar una reunión, un café o una entrevista que se estaba extendiendo demás.