Facebook pasó su primera prueba en la Argentina como herramienta para movilizar personas

Tal vez no se congregaron los más de 115.000 miembros que, hasta este preciso  momento en que escribo este post, se unieron al grupo Marcha contra la Inseguridad en Facebook. Pero quienes ayer se reunieron en distintos puntos emblemáticos del país, desde la Capital hasta Rosario, Neuquén, Córdoba, Mar del Plata y demás, lograron unir una voluntad -el reclamo por más seguridad para los ciudadanos que trabajamos, pagamos los impuestos, queremos vivir tranquilos en este país- a través del uso de una herramienta tecnológica como es la red social Facebook.

No voy a endiosar ni a Facebook ni a ninguna otra red social, ni siquiera a una u otra tecnología, pero lo cierto es que, en esta oportunidad, Facebook logró unir gente en el ciberespacio por un objetivo común que luego pudo concretarse en el mundo real. Y está muy bien. Está muy bien que como ciudadanos reclamemos en paz uno de los derechos contemplados en la Constitución - "afianzar la justicia, consolidar la paz interior, promover el bienestar general, proveer a la defensa común y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino"- y lo que me parece más interesante aún es que esto se haya comenzado a gestar desde un grupo en internet. 

Me parece interesante porque, más allá de que estas redes sociales hay mucha boludez y muchas huevadas, como dicen en mi provincia, es posible obtener cosas positivas de ellas. Y eso dependerá de lo que nosotros seamos capaces de hacer con las nuevas tecnologías. Creo que en este caso hemos sabido comunicarnos por una necesidad común y esa comunicación fue tan fuerte que traspasó las fronteras de los bites y los bytes para llegar a un momento de nuestra vida cotidiana.

Seguramente muchas personas que participaron de las distintas marcha de ayer no supieron de las mismas por Facebook, simplemente porque no tienen computadora o porque no participan de esa red social. Pero lo supieron por algún tercero, o cuarto o quinto que sí forma parte de ellas. Y este efecto contagio también es interesante de observar.

Todavía no se entiende muy bien para qué tantos millones de personas se nuclean en una red social. Para comunicarse, sí, pero la comunicación tiene tantos grados que la máxima expresión es cuando es posible entenderse, encontrarse, dialogar, buscar el bien común. Creo que ayer se logró parte de lo que es la buena comunicación.

Claro, falta, falta mucho. La red social es posible gracias a internet, a la banda ancha, y sabemos que es un servicio concentrado en las grandes urbes, no democráticamente distribuido en el país. Tal vez para que esta nueva manera de interactuar tenga mejores resultados, habría que pensar ya de una vez -y no queda otra que de las  más altas esferas del poder- en impulsar la construcción de redes de telecomunicaciones en todos los rincones de la Argentina, allí donde hay poca gente, poca plata, pocos accesos. Sería una manera de ayudar a una mejora comunicación de esas poblaciones entre sí y con las grandes urbes. Sería, así sí, una herramienta democratizadora.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, así como sería posible movilizar a ciudadanos con buenas intenciones, también hay que advertir que podrían activarse iniciativas con malos fines. Pero en este punto creo que la única forma de contrarrestar esos comportamientos sociales es reforzando los valores democráticos, las instituciones, la búsqueda del bien común.

Ayer se vio que sí es posible pensar que una red social puede servir como instrumento para mejorar la participación, para mejorar la democracia. Pero para que eso sea así realmente es necesario que esas nuevas tecnologías lleguen a todas las poblaciones, que no haya sólo analfabetos sino que no haya analfabetos digitales.