El blog de Andrea Catalano

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Llegó el viernes ... vamos a tomarnos un vino argentino (y de los bien buenos)

Viene lindo el fin de semana, con solcito que parece anticipar, ya de una vez, la primavera. Y qué mejor que comenzar a disfrutarla con un vino argentino. Esta vez vamos a hablar de un tinto que se las trae. Me refiero al Monteviejo 2005, de la bodega del mismo nombre, una de las integrantes del prestigioso Clos de los Siete -el club de los siete millonarios que se pusieron a elaborar vino en Vista Flores, en el Valle de Uco, provincia de Mendoza-.
¿Y qué quieren que les diga? Es otro vino argentino -un blend- para sacarse el sombrero. A los ojos se advierte de un violeta profundo, con destellos, lo cual ya se atractivo de entrada nomás. Y cuando lo llevás a la nariz la experiencia comienza a ser mucho más seductora: se advierte el ahumado de su paso por barrica (no me preguntes ni de qué arbol ni de qué origen porque ni ahí que lo voy a sacar) pero sin que eso borre el aroma de la uva.
Al llevarlo a la boca, al principio y sin dejarlo respirar un poquito, se puede advertir cierto amargor, que se va a medida que el vino se ventila. De permanencia larga en la boca, es un vino denso, que al degustar nos recuerda el picantito agradable del pimiento. El corte está hecho con malbec, syrah y merlot y la combinación resulta tan compleja que, por un momento, hubiera jurado que tenía cabernet -porque dejaba una suave aspereza en la boca-pero no, nada de cabernet.
Es un vino de alta gama, ideal para regalar, disfrutar con una buena comida -yo lo tomé para acompañar un ciervo ahumado, gordi- y deleitar a los comensales. ¿El precio? Y sí, es saladito, por encima de los $80.
La dueña de la bodega es una acaudalada señora, llamada Catherine Péré-Vergé que posee otras dos bodegas -chateaux; en criollo, castillito- en Pomerol, Francia, una de las zonas vitivinícolas más prestigiosas a nivel mundial, e inversiones una cristalería. Es decir, que la bodeguita de Vista Flores y sus fincas -que ves en la foto- las adquirió con un vueltito de algunos de esos negocios.
Y como siempre: si tomaste, no manejes, que lo haga otro que no haya tomado. Si no, pedí un remise o un taxi, o quedate el tiempo necesario en el lugar en que te encuentres hasta que hayan pasado los efectos del alcohol. Recordá que lo divertido del vino es disfrutarlo, pero para que eso pase hay que aprender a disfrutar de la vida. Que una cosa no te impida la otra

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