El blog de Andrea Catalano

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Argentina es la cuarta productora mundial de contenidos audiovisuales - 1º parte

La Argentina se convirtió en la cuarta productora mundial de contenidos audiovisuales. Y esto se debe a un proceso que arrancó en la década del ´90 y que se afianzó en la última década. En este artículo -1º parte- publicado en la revista Prensa Económica, de mi autoría, se da cuenta sobre este fenómeno que llevó a las productoras locales de contenidos de televisión a la primera liga internacional.





Argentina 4º productora mundial de contenidos
La sensibilidad de Luis Sandrini y la chispa de Niní Marshall. El humor de Porcel y Olmedo, y las peripecias de Tiburón, Delfín y Mojarrita. O la facha de Echarri, la emoción de Sorpresa y Media y la esperanza de conseguir una pareja en Doce Corazones. La historia del cine y la televisión en la Argentina, con sus épocas de gloria y sus altibajos, parecen haber dado sus frutos después de décadas.
La Argentina se convirtió en el cuarto exportador mundial de contenidos audiovisuales detrás de gigantes como Estados Unidos, el Reino Unido y Holanda, de acuerdo a la Asociación para el Reconocimiento y Protección de los Formatos (FRAPA, por su sigla en inglés). Y se ubica por delante de Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia, España, Australia, Noruega, Dinamarca y Suecia, todos integrantes del top ten de la entidad que promueve la producción de formatos.

Unas 300 empresas, entre productoras independientes y filiales de multinacionales, son responsables del fenómeno en la Argentina. Pero no sólo por el creciente nivel de producciones sino por la manera en que logró posicionarse en el mercado exportador. Las ventas externas de formatos de TV pasaron de US$4 millones en 1992 a más de US$281 millones en 2007, según estimaciones del mercado.

Sin embargo, el fenómeno no se dio de un día para otro. La
exportación de los programas de televisión en la Argentina era extremadamente limitada hasta el advenimiento de los formatos: programas hechos bajo la modalidad series vinculadas con la cultura local o historias desarrolladas sin una referencia cultural específica, ambos con la suficiente flexibilidad como para ser adaptada a la idiosincracia de los diferentes mercados. Pero antes de la llegada de este nuevo modo de producción la industria era dominada por los famosos enlatados. Eran producciones a las que sólo había que doblar o agregarle los subtítulos. El éxito del formato se debe a que puede ser adaptado a la idiosincracia propia de un lugar. Las empresas que los diseñan no sólo venden una idea, la estructura principal, sino también características salientes del programa a fin de sumarle valor. En otras palabras, al modo de producción se suma la consultoría de servicios para adaptar el formato a una cultura en particular. Aquí reside gran parte del secreto de este negocio creciente. Sucede que una hora de contenido de TV de un productor argentino puede costar entre los US$500 o los US$100.000. El precio varía respecto de si sólo se vende el formato, se incluye la consultoría o se suman los servicios de producción necesarios para desarrollar el programa, tal como se anticipa en el libro New Export Activities in Latin America and the Caribbean, de Charles Sabel, que editará en breve el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al que tuvo acceso Prensa Económica.

La ayuda de los ´90

El mercado de los formatos comenzó su desarrollo creciente después que la industria televisiva fuera
desregulada y privatizada en los 90. Fue motivada por el Broadcasting Act de 1990, de Gran Bretaña, que indicaba que había que incorporar contenidos de otros países. Ese convenio obligaba a la BBC a comprar al menos el 25% de su programación a productoras independientes. Eso impulsó la producción entre compañías integradas, con técnicos especializados, creativos y staff de producción, entre otros eslabones de la cadena, y permitió que el advenimiento de los formatos se impusieran a partir de compañías emergentes de Europa. Mientras esto ocurría en Europa, en la Argentina se ponía en marcha el proceso de privatización y desregulación de los canales de televisión. Lejos habían quedado los momentos de gloria de la producción argentina de cine y televisión pues en los ´80 apenas había podido arañar algo del mercado de las telenovelas en la región -negocio concentrado por México y Brasil- y pocos recordaban lo hecho hasta los años ´50. Con el proceso privatizador de los ´90 comenzaron a aparecer compañías independientes. Si bien al principio realizaron sus primeras experiencias en el mercado doméstico, rápidamente comenzaron a ganar espacio en el terreno mundial. Los primeros públicos a conquistar fueron el mercado hispano de los Estados Unidos y los amantes de la ficción en Rusia, donde la Argentina era conocida por algunas de sus telenovelas. “En esta época la Argentina pasó de tener canales que hacían sus propias producciones a la aparición de productoras que comenzaron a profesionalizarse. Un ejemplo de este fenómeno fue Poliladron, de Adrián Suar, donde por primera vez se vieron en la TV local efectos especiales, dobles de riesgo, un tratamiento especial de la imagen que hasta ese momento no caracterizaban a las producciones locales. Y surgieron, en este marco, pymes que se arriesgaron y se dedicaron a especializarse en cada uno de los aspectos vinculados con las grandes producciones”, explica a Prensa Económica, Alejandro Artopoulos, sociólogo e investigador de la Universidad de San Andrés (UDESA).
Estos condimentos fueron los que dieron lugar al surgimiento de las 300 empresas del sector mencionadas más arriba que, según los cálculos actuales, emplean a una 36.500 personas de manera directa. El grueso de la mano de obra se concentra de la Ciudad de Buenos Aires. Según el Observatorio de Industrias Creativas de la Ciudad de Buenos Aires (OIC) durante 2007, el sector audiovisual representó el 26,3% del total de empleos generados por la industria creativa en la Ciudad, compuesta por casi 139.000 personas en el país. La evolución del valor agregado del sector audiovisual a precios constantes creció 62% desde 2003.
Una gran ayuda para que esto sucediera fue también el avance de la industria del cable. La Argentina fue uno de los primeros países de la región en introducir la televisión paga, allá por la década del ´80. Y hoy se calcula que hay un 60% de hogares adheridos a este servicio, de acuerdo a las previsiones de las distintas consultoras privadas. La existencia de señales de TV locales creadas para este mercado dio origen también a la aparición de productoras que, a medida que fue pasando el tiempo, fueron profundizando sus conocimientos en la materia y aspirando a mejores perspectivas de negocio.
La profesionalización de las productoras dio paso a los primeros éxitos.
Promofilm y Cuatro Cabezas se convirtieron en las líderes de la exportación de formatos y, a poco de rodar sus primeras experiencias en la Argentina, se convirtieron en compañías internacionales. Los canales también encararon sus propias creaciones. Así, Telefé creó Telefé Contenidos y ARTEAR (Canal 13) se quedó con una participación de Ideas del Sur, la productora del conductor Marcelo Tinelli, y de Pol-ka, de Adrián Suar.

A la hora de los productos específicos, Rebelde Way, de Cris Morena, y Montecristo, fueron vendidos a México, Portugal, Chile, Colombia, España, Rusia, Italia, además de otros países más exóticos de Europa, y Asia. Más cerca en el tiempo, Lalola, en 2009 fue uno de los productos de TV más vendidos del mundo junto con Deal or No Deal y Hole in the Wall (Trato Hecho y El Muro, los nombres que recibió en la Argentina, respectivamente). Estos son sólo algunos ejemplos del buen momento por el que viene atravesando la industria local y que Sandrini aplaudiría.

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