Las escuelas se equipan, se conectan ... y el inicio de las clases no está garantizado

La provincia de San Luis tiene prácticamente cubierta la demanda de computadoras escolares para los colegios primarios. La de La Rioja desembolsó U$s12 millones para comprar 60.000 máquinas para el mismo nivel. Mañana, el municipio de Tigre anunciará la conectividad de casi 80 establecimientos educativos para introducir el tema de las nuevas tecnologías en el aula. Los casos se repiten en Chubut y en tantos otros lugares de la Argentina. Es positivo: que los gobiernos decidan tener políticas de inclusión digital que implique no sólo la compra de computadoras, sean Classmate, sean OLPC, sean clones locales, es ya un hecho positivo porque significa que hay una realidad que surge a través del empleo de las nuevas tecnologías que es necesario abordar. Que los temas vinculados con la compra de máquinas, con el desarrollo de los contenidos, con la capacitación de los docentes que deben liderar los nuevos procesos impulsan el debate sobre las mejores maneras en que cada una de estas actividades podrían desarrollarse, punto que también es positivo: cuando los temas comienzan a debatirse, a discutirse, toman entidad y comienzan a ser parte de una agenda obligada para aquellos que deben liderar los procesos de cambio en una sociedad.

Sin embargo, mientras este movimiento avanza por un lado, por el otro hay problemas que por ahora no parecen encontrar la forma de resolverse. Y es que en todos los meses de febrero de cada año hay un título que no deja de repetirse: "Corre riesgos el inicio del ciclo lectivo en NN provincias". Pasó el año pasado, el anterior, en el 2007, y también ahora, en el 2010. El punto principal de la discusión pasa siempre por lo mismo: los aumentos salariales que no vamos a cuestionar porque son absolutamente legítimos. Lo que es cada vez más inconcebible es que el no inicio del ciclo lectivo sea la medida para obtener respuestas y resultados porque en este punto los docentes -que son parte del Estado- son tan responsables por el no comienzo de clases como los funcionarios políticos que no son capaces de acomodar las estructuras administrativas que manejan como corresponde para que los maestros, los médicos y los policías sean los que mejor ganen y los que no tengan que estar tomando medidas extremas para que sus reclamos sean escuchados.

¿De qué sirve entonces que el Gobierno de La Rioja compre computadoras si no está resuelto el tema del inicio de clases que, ya se sabe, cada año está acompañado por un reclamo salarial? ¿De qué sirve que el municipio de Tigre conecte, junto con Cablevisión y Telmex, a casi 80 establecimientos educativos si la provincia de Buenos Aires no puede hacer frente al mismo reclamo? Con el mismo énfasis que ponen los funcionarios en sus discursos para dar a conocer sus planes para comprar computadoras deberían actuar cuando se trata de los reclamos salariales. Porque si está claro que ya no es posible pensar primero en las necesidades básicas y luego en las de comunicación sino que ambas deben ir juntas inexorablemente, por qué no hay congruencia cuando se adquiere equipamiento y se trata la compleja problemática salarial que, ya sabemos, todos los años se repite.

Es muy bueno que los Gobiernos provinciales, municipales, nacionales, avancen en estrategias de inclusión digital pero si eso no está acompañado de una estrategia para colocar al docente en el lugar que se merece y si el maestro continúa pensando que la única manera de luchar es parando el dictado de clases, pues estamos metidos en un círculo vicioso del que no se saldrá nunca. Es difícil pensar qué otra medida podrían tomar los maestros para hacerse escuchar, pero también se hace difícil imaginar el que país estamos conformando con chicos que no tienen los días mínimos de clases que necesitan.

Computadoras sí. Contenidos educativos también. En paralelo, buenos salarios docentes y capacitación constante; funcionarios que dejen de gastar partidas presupuestarias en ineficiencia y ñoquis -que los hay y muchos, y en todos lados- para destinar ese dinero en donde corresponde, comenzando por los maestros.